Operación Gladio tenía todos los condimentos de una novela de espionaje. Ejércitos ocultos, soldados dispuestos a todo, Estados cómplices y políticos, al menos, con una llamativa ceguera a lo que ocurría bajo sus propias narices.
Europa había estado infiltrada por ejércitos stay-behind cuyo objetivo era evitar que los países de Occidente viraran hacia la izquierda
Parece una novela, una de esas teorías conspirativas que resultan imposibles de creer. Corría el año 1990 cuando el periódico El País informaba que el Primer Ministro italiano, Giulio Andreotti, debía presentarse ante el senado para informar sobre una “superestructura de defensa vinculada a la OTAN y a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que ha actuado durante 45 años secretamente en Italia”.
Poco antes, La Stampa había publicado una entrevista con el responsable de la operación. Operación Gladio salía a la luz. Europa había estado infiltrada por ejércitos stay-behind cuyo objetivo era evitar que los países de Occidente viraran hacia la izquierda. Pero lo más impresionante era que este ejército tenía permiso para recurrir a cualquier método con tal de lograr su objetivo. Todo, por supuesto, a espaldas de la población. Como un terrible ejemplo de cuando el fin justifica los medios. No importaba nada más que ganar.
El propio director de la CIA entre 1973 y 1976 reconoció la existencia de esta red en sus memorias
Operación Gladio tenía todos los condimentos de una novela de espionaje. Ejércitos ocultos, soldados dispuestos a todo, Estados cómplices y políticos, al menos, con una llamativa ceguera a lo que ocurría bajo sus propias narices.
Pero, como con todo secreto, alguien siempre habla. Y ya no hubo forma de frenar la verdad.
El mismo Andreotti lo había reconocido, quizás presionado por el juez Felice Casson que investigaba una atentando cometido en 1972 y, sin proponérselo, había encontrado un entramado oculto inimaginable. Hasta el propio director de la CIA entre 1973 y 1976 reconoció la existencia de esta red en sus memorias. ¿Le faltaba algún condimento a este escándalo?
Sin embargo, la prensa no indagó demasiado en el tema. Salvo en Italia y Bélgica donde fue tapa de los periódicos durante varios meses, la noticia pasó desapercibida en la mayor parte del mundo. La noticia del siglo solo ocupaba un recuadro al pie de página.
¿Hasta dónde llegaba el encubrimiento? ¿Por qué la justicia no indagó en el tema? ¿Por qué los principales medios del mundo apenas trataron este asunto? ¿Fue Gladio realmente desmantelada luego de la Guerra Fría?
Años después, aún no sabemos toda la verdad. Pero hay que recordar algo. Alguien siempre habla. Solo es cuestión de tiempo y de saber escuchar. Ningún secreto permanece oculto para siempre.
MIS COLECCIONABLES (ficción): «El último aullido del lobo. Capítulo 8»
Un ejército invisible: los Lobos Grises. Una misión secreta: Operación Gladio. Un posible objetivo: un premio Nobel de la Paz defensor de los Derechos Humanos en Turquía. La tensión se masca en el ambiente.